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El tacto es uno de los sentidos más importantes en lo que a efectividad de la estimulación se refiere. Es, además, un sentido que nos permite muy diversas formas de actuación.Para comprender su importancia, debemos tener en cuenta que es la primera y principal estimulación de la que se nutre el cerebro del bebé recién nacido. Todos hemos oído decir que el contacto y el afecto que se muestran al bebé le son tan necesarios como el alimento para que sobreviva. Este afecto sólo podrá transmitirse a través del tacto, y es de esta misma manera como se establece la primera comunicación con el pequeño.
- Desarrollo de la percepción táctil
La piel del bebé es especialmente sensible a determinados estímulos. Responde a los cambios de temperatura y también al dolor. La sensibilidad al dolor empieza a acusarse hacía los diez días y se manifiesta a través del llanto. Hasta el año y medio parece ser que se tiene una sensación global, no localizada, del dolor. Desde los primeros días el niño muestra una temperatura ambiente, los bebes mantienen la temperatura, y si hay una leve disminución en la temperatura del cuerpo aumentando la actividad corporal.El bebé, a través del tacto, descubre donde termina su propio cuerpo (por roce de la piel con la ropa, las caricias del adulto, la presión, la manipulación, etc). Cuando su desarrollo motor se lo permita podrá tener acceso a un mayor número de estímulos y empezar a apreciar las distintas cualidades de los objetos, como la suavidad, forma, aspereza, frialdad, dureza, etc.En los primeros momentos después del nacimiento el sentido del tacto va a estar esencialmente ubicado en la zona de la boca y los labios; después ésta va a ir desarrollando particularmente en las manos, yemas de los dedos, palmas de pies y cara.Cabe mencionar, dentro de las alteraciones, la insensibilidad al dolor, que puede resultar peligrosa, ya que supone una señal de alarma y aviso al organismo.